¿Qué clase de argentino sos que no sos hijo de italianos?
(Baldomero Fernández Moreno)

 

Esto es una historia común a mucha gente, mucha gente que, como señalaba Carlos Fuentes, desciende de los barcos. Nicola traza un recorrido exquisito y sencillo a través de Mimmo (Domenico), Raúl, Saverio, Graciela…cumpa; la cumparsita.Pero este trayecto es muchísimo más extenso que el famoso “charco” cruzado por millones de inmigrantes europeos, en su mayoría tanos y “gashegos”.

Leyendo Cumparsita leo mi pasado en unas manos de segunda generación; mi origen, y me meto en una suerte de juego de la copa invocando a los responsables de mi apellido: Fiorilli, Benvenuti, Luccessi, De Rienzo. Pero la exclusividad para un italo argentino no existe, somos muchos los manchados por el “tuco” de la memoria, los que movemos mucho las manos para intentar expresarnos, los que hablamos de laburo, de “brusha”, los que decimos “má” en vez de “más” y toda esa herencia perfecta que nos mezcla y mezcla en una minipimer multicultural y que está en el arrabal del mundo, en el sur, en el culo del planeta: Argentina. Nicola nos trae un mimo que no hace muecas, pero que sí acaricia la juventud porteña, la infancia desterrada, el amor no consumado, el amor consumado, paternidades cambiadas y bailes sensuales por Baires. Nos trae un mimo, decía, una caricia al más tierno y turro Arlt, al más metafísico y tozudo Macedonio, al más dulce y niñito Tuñón, e incluso nos abraza con ternuras de un Gelman rusito y moishe que aún nos sigue cantando las cuarenta. Viceconti podría estar perfectamente en la guía de teléfono de mi Rosario natal, pero yo no importo, importa la obra, el mimo, la caricia, Nicola, Alejandro María, Raúl, Claudio. Importa la generosidad y el altruismo que la literatura honesta nos regala con historias verdaderas y no tanto, dada la ficción del género, qué más da.Yo creo que estos personajes que se fueron en realidad nunca lo han hecho del todo, se vive y habla en presente con una nostalgia de olores y locuras que nada tienen que ver con los tiempos verbales.Yo propongo a “Cumparsita” como libro obligatorio en el bolso de la dama o en la billetera del caballero para explicar esa pregunta imposible de responder: ¿Qué carajo es ser argentino? Se puede empezar a comprender este dilema con Cumparsita, y créanme, se puede, porque las historias aunque irreales o no, son verdaderas, cualquier hijo o nieto de inmigrantes sabe de lo que estoy hablando. (Sebastian Fiorilli – Poeta argentino)

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