El centro de detención ‘Club Atlético’

“Desde hace poco tiempo terminé de escribir otra novela dedicada a la memoria y la identidad del pueblo argentino. La historia, de fantasia, habla de Nora Lopez, detenida N84, del Club Atlético, uno de los Centro Clandestinos de Detencion en el periodo de la ultima dictatura”

La ex prisionera señala un rincón y dice con absoluta seguridad que ese espacio correspondía a los baños de la cárcel clandestina y que del otro lado se encontraba la enfermería. Donde Ana María Careaga recuerda las cámaras de tortura y las celdas del centro de detención del ‘Club Atlético’, nosotros no vemos más que montones de escombros y muros derruidos. Es increíble que Ana María recuerde cada rincón siendo que todo el tiempo que estuvo recluida aquí, lo pasó con los ojos vendados. Porque lo primero que hacían los agentes de la dictadura cuando secuestraban a alguien, era taparle la vista.

Más extraordinario aún es que ella y los otros supervivientes que tampoco vieron nada, pudieran guiar a los arqueólogos hacia el montículo de tierra y de cemento que cubría la prisión. “Cuando se está mucho tiempo a ciegas los otros sentidos se agudizan. Por ejemplo la audición. Recordábamos el vocerío proveniente de un estadio de fútbol (el de Boca Juniors) el silbido característico de los frenos de aire de los camiones (que entraban o salían de la capital por una autopista, sin duda). De los prisioneros que no estaban encapuchados (a quienes los represores obligaban a desempeñar diferentes tareas) obtuvimos algunos retazos de información y de ese modo, más tarde pudimos establecer las coordenadas del presidio”, cuenta el ex recluso, Osvaldo La Valle. El ojo relativamente entrenado del periodista, detecta en el amplio foso las señales inconfundibles de una excavación arqueológica: las cuerdas que dividen el terreno en cuadriculas, las marcas de las palas, las varas de medición…Pero los hallazgos que van apareciendo no tienen nada que ver con lo que normalmente buscan los arqueólogos. El equipo del Instituto Espacio para la Memoria (IEM) descubrió en un muro, una inscripción que decía “Ayúdame Señor”, de un prisionero que seguramente pedía fuerzas a Dios para soportar las torturas a que era sometido. Bajo la conducción de Silvina Durán, arqueóloga de la Universidad de Buenos Aires, los voluntarios también han desenterrado retazos de uniformes policiales y militares; insignias, zapatos y notablemente, una gorra de cuero con símbolos nazis. Como muchos de su clase, los torturadores del Primer Cuerpo del Ejército, responsables de este centro de detención, veneraban a Adolf Hitler. “Durante las sesiones de tortura ponían grabaciones de los discursos del Fürher a todo volumen para que los transeúntes que pasaban por allí no escucharan los gritos”, recuerda Ana María Careaga.

Alojó a 1.500 detenidos

El que así fuera llamado ‘Club Atlético’ fue un centro de detención bastante particular. Funcionó a partir de 1977 en el subsuelo de un inmueble perteneciente a Servicio de Aprovisionamiento y Talleres de la Policía Federal. Tuvo corta vida pues a finales de ese año, la Junta Militar ordenó demoler el edificio de tres plantas para construir encima, un tramo de la autopista Buenos Aires-La Plata. Los agentes aprovecharon el material de la demolición para cubrir el sótano de horrores, que alojó a unos 1.500 detenidos. La psicoanalista Ana María Careaga tenía 16 años y estaba embarazada cuando la trajeron a esta prisión. Ella sobrevivió pero su madre no tuvo la misma suerte. Al regresar de su exilio, Ester Ballestrino fue secuestrada por el comando que dirigía Alfredo Astiz, el funestamente célebre ‘Ángel Rubio’ que se infiltró en la organización de las Madres de la Plaza de Mayo. Ana María nos relató esta historia en el depósito donde la conservadora Valeria Contissa se ocupa de preservar los hallazgos de la excavación. Todavía queda mucho por descubrir. Las excavaciones que comenzaron en abril del 2002 debieron ser interrumpidas cuando los expertos descubrieron que el terreno era inestable. Por encima del foso hay puente por el que transitan centenares de vehículos pesados. Las vibraciones que producen podrían echar todo abajo. Los directivos del IEM esperan que después de tantos aplazamientos, la municipalidad apruebe por fin el presupuesto para construir un muro de contención. “Los argentinos quieren que toda la verdad salga a la luz. Las autoridades no pueden hacer oídos sordos a ese reclamo”, afirma Gastón Durou, coordinador del proyecto.

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